Entre Mugrigato y los Chorizombies
La marcha en defensa propia del intrascendente y su existencia, se convirtió en un campo de batalla ideológico:
Un grupo de intrascendentes organizó ayer, Sábado 1 de Abril por la tarde, una tímida manifestación. Aparentemente amagaron varias veces pero por razones tontas como existir dignamente y otras ñañerias propias de intrascendentes, nunca se atrevían a salir a la calle.
Cuando por fin lo hicieron, lograron una descaradamente abrumadora e inexplicable convocatoria.
Esta intrascendente crónica tal vez pueda llevar luz a lo acaecido:
En el principio el gobierno de Cambiemos intentó frenarla , pululaba como un hormiguero pateado, debatiéndose entre el apoyo, líquido y cobarde, y la prohibición total. No sabía si lograría victimizarse; lo que mejor le sale. -Y si los intrascendentes no defecan en la catedral? -Y si no nos amenazan de muerte? -Y si no incendian contenedores? -Y si estos intrascendentes de mierda no piden 10 pe pa la birra?
Privado de ejercer el asco o la caridad Mugrigato los desconoció.
En la otra esquina del ring, la industria más pujante del área metropolitana, Protestancia SA, burlose de los intrascendentes. Con el monopolio de los medios de acarreo, obrando en su poder el 100% de las rancias parrillas choripaneras y siendo sábado en el que se duerme la mona del escabio pretérito, descontaron un paisaje desértico. El conglomerado “social” también los desconoció.
Bajo el lema que siempre decanta el massmedia “donde me pongo, donde me pongo” periodistas e intelectuales jugaron cartas complejas. Furgón de cola de la vanguardia, vislumbraron que los intrascendentes venían con los huevos intrascendentemente llenos y trataron de avisar, también líquidamente. Confortable ambigüedad.
Y qué pasó?
Aparentemente la incubadora de intrascendentes estaba produciendo bajo las narices de quienes los ignoran, miles de estos seres que no hacen más que trabajar, estudiar, llevar los chicos al colegio, viajar en transporte público, ver un rato de tele. Todos estos intrascendentes volcados a las calles, esquinas y plazas fueron un martillazo en los dientes y entonces, qué?
Una andanada de chorizombies su sintieron profundamente ofendidos de que se les copara el manifestódromo. La calle les pertenece por asalto, ya que nunca les alcanza para tomar el cielo. Degradación, puteada, insulto, mentira, photoshop, grito, llanto. Lo que quieras, pero los intrascendentes hacían masa en la plaza. Y el chorizombie se quedó sin epopeya.
Otra andanada, ahora de funcionarios, se subió rápidamente al espíritu de la multitud. Mugrigato graboles una espontánea y sincera felicitación en el face, por haber logrado semejante proeza aun cuando él, Mugrigato, los había descartado. Una sobada de lomo infantil, porque total son intrascendentes. Lo que quieras Mugrigato, vos también te quedaste sin epopeya.
En una crisis vaginal de dimensiones difíciles de mensurar por el momento, la dirigencia de la izquierda criticaba con ferocidad la manifestación. Impedida de subirse al carro, acusó a los intrascendentes de ricos y esclavos. De rubios petulantes y negros ignorantes. De muy sucios y limpitos. De no entender nada y de conspirar a la vez. Insultada en su propia topografía la izquierda se quedó si epopeya.
Gente que pide permiso, que tira las botellas al tacho de basura y que no pisa el pasto, logró juntar cientos de miles de personas en un espacio que aparentemente no les pertenece: el público.
Muchas fueron sus consignas, a favor y en contra de muchas realidades. Pero los intrascendentes sólo salen a la calle cuando no tienen otra. Cuando pedir permiso, por favor, votar, trabajar, pagar, no es suficiente.
Los intrascendentes los sábados a la tarde dormimos la siesta, miramos un partido, llevamos los chicos a la plaza, planchamos la ropa de la semana, vamos a tomar un cafecito. Así que, si reventamos la calle, fue por defendernos. Quien quiera oír que oiga.