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2x1


Autora: Hyspasia

Pasados unos días de toda la efervescencia del fallo de cómputo de cumplimiento de la pena de un represor dictada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación quisiera llamar la atención sobre una cara de lo sucedido.

Brevemente: El condenado Luis Muiña logró que se le aplicara la ley que precepta que cada año de prisión preventiva se debe computar como dos. La CSJN no redujo la pena, ni lo indultó (no podría), sólo aplicó una ley en la forma de computar la prisión. Debemos tener en cuenta, además, que Muiña no es un militar de la Nación, sino un civil que se dedicó a secuestrar y someter a tormentos a personal de un hospital (Htal. Posadas) y que tuvo por víctimas a médicos y enfermeros. Varios de ellos se encuentran desaparecidos. La pena que recibió es leve respecto a los crímenes que se le endilgan, por lo que, o no pudieron ser probados o el tribunal fue extremadamente benigno.

Cada integrante y colaborador de Restaurar tiene su propia visión sobre los años de plomo y sobre los caminos que se deben seguir de ahora en más sobre los juicios efectuados, los pendientes y el tratamiento a dar a militares y civiles involucrados y a los miembros de las organizaciones terroristas.

Por lo tanto hablaré en forma estrictamente individual: Estoy en contra del 2x1. Para todos. Si se aplica, es para todos, si no se aplica, es para nadie. Se trata de la igualdad ante la ley, la proporcionalidad de la pena, y sobre todo la aplicación a ultranza del artículo 16 de nuestra Constitución Nacional. “Artículo 16.- La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley,..”. Pero no es sobre esto sobre lo que quiero llamar la atención sino sobre otro aspecto. Sobre el aquelarre que se armó. Este fallo no es distinto a muchos otros que hubo en tribunales inferiores. Uno de ellos firmado por la Presidenta de Justicia Legítima, Malala de Rébori, quien le concedió este beneficio ni más ni menos que a Guglielminetti. El cual pasó sin pena ni gloria bajo el radar de todos los medios de comunicación y de los artistas progres y del gran fiscal de la Nación, Jonatan Viale.

¿Qué cambió?

A la gente de a pie, como es mi caso, sólo le queda efectuar deducciones según la poca información disponible. Lo primero que salta a simple vista es que Lorenzetti estaba incómodo por las denuncias de Carrió y encontró una forma de encolumnar a todo el arco progre: magistrados, periodistas, artistas, etc. tras de sí. ¿No vamos a hacerle juicio político a quien votó en contra, no? Los nuevos integrantes de la CSJN habrían, en ese caso, caído en una emboscada. Parte se lo merecen, por nabos y ególatras. Si hubieran dicho algo como “...en consonancia a los resuelto por el Tribunal Oral….con los jueces….Rébori… y en igual sentido posteriormente por Casación con los jueces X, Y y Z, confirmamos lo resuelto en dicha oportunidad ‘..........’...” Y copian el fallo de los integrantes de Justicia Legítima. Media página. ¿Quién les iba a decir algo? Echarles en cara el fallo era echárselo a gente de Justicia Legítima. También debieron asegurarse que Maqueda y Lorenzetti no se hicieran los sotas, como finalmente sucedió.

El problema es que su error operativo lo pagamos nosotros. El segundo aspecto, que ya abandona el ámbito de la Corte Suprema, nos hace focalizarnos en el Ministerio de Justicia. Los PRO hicieron saber como gran mérito que no interferían en el funcionamiento de la CSJN y por eso no sabían que el fallo iba a salir. Démosle el beneficio de la duda. Pero una vez publicado, ¿cómo es posible que a los 10 minutos no hubiera funcionarios del Ministerio de Justicia diciendo a los cuatro vientos que el fallo era una copia de la resolución de la Presidente de Justicia Legítima? ¿Cómo es posible que Avruj, secretario de DDHH no lo dijera? ¿No lo sabía? ¿O no se quiso enfrentar con de Rébori? Sea de una manera u otra, el Presidente debería remover a toda la plana mayor del Ministerio de Justicia. En esa semana de dimes y diretes quedó en claro que la lealtad del ministro Garavano fue para con la corporación judicial, en particular para con Justicia Legítima - él se declaró amigo de Gils Carbó - y no para con el gobierno que lo nombró. Es un quinta columna y le hizo cometer un error al presidente.

El tercer aspecto es el mediático. Rápidamente los medios empezaron a hacer aspavientos y decir al unísono en todos los canales a todos los horarios (inclusos los chimenteros de la tarde o los de cocina): “¡Qué barbaridad!”. Resultó cómico una morocha que está a la tarde en Crónica TV y que se ocupa habitualmente de qué ropa usaron las actrices para la entrega de premios X, explicando a los oyentes que los jueces habían hecho una atrocidad y que había que echarlos.

Lo que quedó en claro es el alto nivel de coordinación que tiene la progresía sobre la totalidad de los medios de comunicación. No hubo ni un sólo canal de radio o televisión, ningún medio gráfico con tirada importante que tenga una visión disímil del de la progresía. Ese es un punto que debemos tener muy en cuenta los que creemos que a la progresía hay que echarla del poder y de las funciones de gobierno.

Mostraron músculo. Y lo que mostraron pareció efectivo y eficiente.

En el mismo día a la mañana se dio a conocer el fallo (que tenía algunos días). A la tarde estaban pidiendo la cabeza de los tres jueces que resolvieron a favor del condenado. Y acá me voy a citar a mí misma, lo que es de mal gusto. El mecanismo operativo de presión mediática sobre la sociedad fue igual que en el caso de #NiUnaMenos, que traté aquí. Un periodista larga la noticia. A la hora, en formación cerrada, se largan otros más, a las cinco horas tratamiento monotemático y bombardeo de saturación 7 x 24.

En forma coordinada algún legislador pidió el juicio político a los dos jueces nombrados por Macri. Todos los muertos paseando por televisión: Nilda Garré, Verbistky, Anguita, Conti, Bregman, Cabandié, Donda, Carlotto, todos. Todos. Algunos que deberían estar presos como Garré [1]. Y pontificando y dando cátedra. Gente como Ricardo Alfonsín dándole la razón a seres abominables. Y la producción de los canales los llamaron a todos. No hubo ni una sola voz en disonancia. Días después, recién, aparecieron las voces con datos: el Dr. Alejandro Carrió en el programa de Pagni.

(minutos 20 a 35). Y posteriormente Feinmann dijo que había fallos en el mismo sentido en Casación. Pero la respuesta fue cuando ya la histeria estaba instalada. Poco y tarde.

Entonces vino la sobreactuación: Pinedo diciendo que estaba mal, Garavano que estaba mal, Avruj que estaba mal pero había que respetarlo, hasta terminar en el paroxismo de la ley “interpretativa” que votó en dos días el Congreso de la Nación para que cuando fuera el acto en Plaza de Mayo, hubieran tirado algunos humanos a los leones del circo. En realidad, como todos ya tenemos en claro, al progresismo el 2x1 le importa cero. Los 70 son un gran negocio en dos órdenes:

económico: dinero para las víctimas y para las pseudovíctimas, para los abogados querellantes, en general agrupaciones de DDHH o de izquierda, (Marcelo Parrilli y Miriam Bregman y el CELS hicieron fortunas), pero también, dinero proveniente del exterior, de otras agrupaciones, fundaciones y gobiernos extranjeros. político: constituye un mecanismo de poder, para ganar escaños, los cadáveres valen escaños (pregúntenle a toda la familia Carlotto), para poner gente en posiciones de gobierno, para tener acceso a medios de comunicación. En fin, poder. Y ese poder les da dinero: partidas presupuestarias de municipios, provincias y nación, puestos en las “secretarías de DDHH”, que hasta los municipios poseen, dinero para pagar cortos fílmicos, programas de televisión, publicaciones, becas, etc. Dinero que da poder que da dinero. En loop.

Acá estamos frente a un fenómeno paradójico: la izquierda marxista se apropió de las banderas de la represión del gobierno militar. Se pusieron en lugar de víctimas, sin haberlo sido, y llevan la voz cantante en toda esta gigantesca extorsión que perpetran contra la Nación Argentina y contra el Pueblo de la Nación Argentina, en dinero, y en futuro. No se puede hablar de futuro, porque todo el tiempo hay que hablar del negocio de ellos: “las víctimas de la dictadura militar”. Es como estar en un asado con un vendedor de aceite de oliva y cada vez que uno quiere hablar de otra cosa, autos, minas, fóbal, el tipo lleva de nuevo la conversación al aceite de oliva.

Imposible sacar un país adelante así.

Y digo que la izquierda marxista se apropió de una bandera que no le corresponde porque: a) el Partido Comunista apoyó el golpe de estado de Videla por orden del gobierno de la URSS, como apoyó el golpe de estado de 1955 como apoyó todos los golpes de estado desde entonces (junto a la Iglesia), b) porque los partidos de izquierda (troskos, PCR, etc.) no tuvieron bajas significativas, c) porque tras la persecución de subversivos (algunos cayeron, otros escaparon, otros entregaron a sus camaradas, otros siempre fueron doble-agentes), se efectuó una gran represión contra quienes no eran subversivos pero sí era peronistas, sindicalistas, delegados sindicales, funcionarios del gobierno electo como el Canciller Jorge Vázquez o como el gobernador electo Carlos Menem. Gente que no era marxista, que nunca intentó subvertir el orden establecido, que no se alzó en armas. No sólo se persiguieron subversivos. Tal vez no era lo buscado, pero así fue.

Y el peronismo quien puso la gran mayoría de víctimas, no fue quien levantó la bandera de la persecución a los militares. Lejos de ello. Porque - muy difícil de explicar - hay una concepción de Nación y de continuidad histórica y se entiende que se gana y se pierde. Una madurez que el marxismo jamás va a entender. Retomando: el marxismo copó esa demanda, y posteriormente con el FREPASO y con el FREPASO asociado a los Kirchner, nos metió en esta calesita sin fin. Por dinero. Por poder. Y al igual que con #NiUnaMenos el PRO no tuvo reflejos, pero Massa tampoco. Massa que podría haber encarnado una representación de la centro derecha se dejó enredar por el negocio de los DDHH en su alianza con Donda y en el coro de vivillos. Nadie tuvo reflejos en el arco político argentino. En ninguno de los dos casos. Lo que quiero recalcar sobre todas las cosas es que la progresía mostró: - repentismo, - coordinación, - recursos humanos (cantidad de agentes dispuestos a hacer propaganda, gran cantidad de personas saliendo a defender la divisa), - recursos intelectuales: discurso, argumentos, - recursos económicos: propiedad de medios de comunicación, dinero para armar una movilización en días, dinero para micros, para planeros, - recursos políticos: fiscales diciendo que no iba a respetar el fallo, jueces ídem, diputados pidiendo juicio político, senadores.

No nos engañemos, mucha gente fue a la Plaza de motu proprio. La izquierda marxista los convenció de que tenían que ir. Incluso a gente que no era del palo. Nos aparatearon. Votó en contra un único diputado: Olmedo. Ni la derecha peronista salió a defender los tantos. Y acá estamos unos argentinos tratando de rehacer una Nación, a la que amamos y tratando de que el marxismo no nos haga la agenda o nos lleve puestos. Estamos un poco guachos [2]. * * * [1] Por malversación de fondos públicos (sobrecostos en obras y compras del Ministerio de Defensa) y por traición a la Patria (venta de material crítico y secretos a Irán vía Venezuela como embajadora), [2] guacho, cha: adj. y s. amer. huérfano.

¿Qué queremos Restaurar?
Qué perseguimos
 
En Restaurar buscamos una República Argentina donde las cosas anden.
Donde los argentinos vuelvan a ser propietarios: de su chacra, de su casa, de su almacén, de su colectivo, de su camión, de su taxi, de su taller. De sus elementos de trabajo.
Queremos un país para las personas y no para los políticos y el establishment. Que la Justicia juzgue, que la Policía prevenga y que los maestros enseñen.
Queremos ser hombres libres. 

Actualmente, en Occidente, y por lo tanto en Argentina, existe una única verdad, la de los políticos, la de los dueños de todo, la de los medios de comunicación.
Cualquiera que dé otra opinión, es marginado.
El ciudadano no tiene voz. Le imponen impuestos que se gastan como no queremos.
Pretendemos dar una voz a la defensa de Occidente, de nuestra República y a la sensatez.
Exponer el delirio Progre que lleva a que nada funcione, al fracaso y a la infelicidad. 
Reírnos. Proponer soluciones.

El tiempo que viene es el nuestro.
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